El discurso histriónico del amor en Batman de José Carlos Becerra
<<En medio de un silencio desierto
como la calle antes del crimen…
en esta soledad sin paredes>>
Xavier Villaurrutia,
Nocturno en que nada se oye.
Dentro de nuestro aislamiento urbano: atrincheramiento de las clases sociales. Dentro del claustro del facebook, youtube y twitter; información y entretenimiento nos llegan a domicilio. La ciudad es un espacio que ha perdido la vida pública de antaño. Sin embargo, no sucede lo mismo con los discursos. Estos sí conviven, se integran, se relacionan y se estrechan en lazos más intrínsecos y fuertes que sus progenitores. Dentro del ensayo Culturas híbridas, poderes oblicuos[1], Canclini habla de artistas y escritores cuyos lenguajes migran para cruzarse con otros. En esta intersección de fronteras, un género impuro sobresale desde hace tiempo: las historietas. En ellas, lo popular se entrelaza con lo culto y lo visual con lo literario. No hay entonces territorialidades marcadas. Y cuando el discurso de la literatura, del cine, de la televisión y la historieta se integran en un todo, esta asociación puede dar por resultado un híbrido más: el poema cotidiano maravilloso. No olvidemos que la poesía ha tendido puentes con la mitología o con esta cotidianidad maravillosa que consiste según Octavio Paz en la aparición de lo inesperado en el corazón de las ciudades. Recordemos tan sólo los poemas de la Iliada y la Odisea de Homero, la Eneida de Virgilio, la Divina Comedia de Dante, El Paraíso Perdido de John Milton…Dentro de la literatura española, el poema del Mío Cid iniciará la tradición: un caballero como héroe de innumerables batallas. El Quijote dará la vuelta de tuerca al embalsamar al caballero con otra fantasía de heroísmo: la locura. Se ha pretendido negarlo, pero la poesía siempre ha retomado estas bagatelas que los intelectuales desaprueban. Dentro de esas realidades desdeñadas por la modernidad, a finales de los años 60 del siglo pasado; José Carlos Becerra hizo suyo un personaje del cómic estadounidense para el desarrollo de un poema. Un héroe ficticio y terrenal elevado al rango de la divinidad social: Batman.
En el breve repaso que hace Canclini sobre las características histriónicas de Inodoro Pereyra, vemos al personaje en sus acciones valerse de referencias literarias: Martín Fierro, Borges, El Quijote, etc. Lo contrario en Becerra y he aquí lo memorable, es que hace interactuar a un personaje de historietas con un personaje del poema: el poeta. Con ello rompe una frontera literaria. Atraviesa así los géneros, las artes y las épocas. Es la caricatura de Batman poetizado en el guión de un poema. El cine, la televisión y la historieta forman parte de un escenario poético. La poesía retroalimentada de lo popular. Cuando no desconocemos la historia de las literaturas sabemos que esto sucede a menudo: lo popular alimentando a lo culto.
En el poema Batman, un paladín de los barrios urbanos, una leyenda de la ficción, no ya los dioses ni semidioses de las mitologías, sino un héroe divinizado, se poetiza en la figura de este espectro solitario que camina en las grandes urbes: el ciudadano.
Ésta preocupación del poeta por fusionar el lenguaje literario con el lenguaje épico del cómic, del cine, de la televisión, con el lenguaje técnico de los inventos, genera un nuevo discurso poético de carácter social. Vemos cómo en este poema de Batman los equipos y utensilios del hombre murciélago, aquellos que lo ayudan en su desempeño por lograr el bien y la justicia, son los mismos de los cuales se vale el hombre solitario de la ciudad, en la búsqueda por hacer el bien a través del amor.
Canclini cuando examina el asunto de las historietas menciona algunas características que se encuentran en el poema de José Carlos Becerra. Estas son las siguientes:
- Preocupación del arte por la innovación en la cultura masiva: en este caso la poesía se vale del héroe y del lenguaje de una historieta.
- Alianza entre la cultura icónica y la literaria: ejemplos como el de Julio Cortázar cita Canclini. Cronopios y famas contiene un escenario y serie de personajes más cercanos al cómic. El poema de Becerra guarda las mismas similitudes.
- La historieta y la literatura como desafíos enmascarados: en la búsqueda de nuevos órdenes nos valemos de estas posibilidades de expresión. La poesía es fecunda en imágenes como el cine y la historieta. Becerra lo sabía, por eso vuelve metáfora la lucha del superhéroe contra los malvados, como la lucha del hombre del siglo XX contra la soledad a la cual se ve arrastrado. “El combate del espíritu es tan brutal como el combate entre los hombres”, dijo Rimbaud.
- Los hallazgos en las historietas y sus técnicas híbridas: la poesía también mezcla géneros artísticos y el Batman de Becerra es un arquetipo.
- La remisión asidua a fuentes literarias hace de las historietas (relatos) un espacio intertextual: La referencia del héroe y sus recursos técnicos en el poema citado, conforman también este espacio.
- El humor renovado en una serie de desplazamientos: hay un humor en el poema de Becerra, sobre todo cuando el Batman del amor confunde la señal con ciertas luces comunes en la ciudad. También está el desplazamiento alrededor de la silla que simboliza esas fronteras que el hombre no se atreve a cruzar para abandonar su soledad.
La señal…la señal…la señal
Puesto en el cielo discursivo la batiseñal del preámbulo, entonces comencemos por demostrar los primeros rasgos de una hibridación en este poema que se impone bajo un discurso amoroso e histriónico. José Carlos Becerra se vale del héroe de la historieta para desarrollar un guión poético del hombre murciélago.[2]
Recomenzando siempre el mismo discurso, el escurrimiento sesgado del discurso, el lenguaje para distraer al silencio; la persecución, la prosecución y el desenlace esperado por todos.
Aguardando siempre la misma señal, el aviso del amor, de peligro, de cómo quieran llamarle. (Quiero decir ese gran reflector rojo encendido de pronto…)
Con estos versos comienza el poema. Becerra lo publicó en marzo de 1969 en la revista peruana Amaru. En los finales del 50 comenzó en los Estados Unidos la serie televisiva del superhéroe. Famosa durante una década. Esto es importante señalarlo porque nos ubican en el contexto artístico de la época y sobre todo con lo tecnológico. Al respecto de esto último, en los versos anteriores se menciona <<el gran reflector rojo>>. Batman nace en 1939, el año de inicio de la segunda guerra mundial. Muchos habrán visto en películas esos reflectores como faros vigilantes de la noche: Los nazis lo popularizaron mucho en sus campos de concentración. Los ingleses lo utilizaron para detectar los aviones nazis en sus cielos. Los norteamericanos para anunciar sus espectáculos en vivo de estrellas de Hollywood. Por lo que la manera particular de darle uso a la técnica, es asunto de cada cultura. Para el héroe murciélago este reflector es la señal de alarma y de aviso de cuando la ciudad peligra con la aparición de un nuevo malhechor. Hay problemas en ella y él debe resolverlo. El poeta en cambio se refiere al crepúsculo, la despedida del sol y con ella la llegada de la oscuridad. La noche como el estado más profundo de soledad en el ser humano. Horas en el que el vacío del amor asciende por todo el cuerpo. Y está también el monólogo que siempre comienza y no cesa de terminar en la conciencia del solitario: ¿Habrá que esperar la llegada del amor o debemos salir en su búsqueda? La analogía de los movimientos sesgados de la luz de un reflector, mientras encuentra un punto fijo, señala lo sublime y fantástico en el poema. Dicha comparación está relacionada con los discursos esquivos propios de los circunloquios o reticencias con la cual solemos disimular nuestro vacío. Emparentados también con los discursos políticos. En cinco líneas del poema de Becerra hay un poco de cine, historieta, historia y televisión. Desde luego, atadas estas líneas con el nudo de la poesía. Las fronteras de los géneros de expresión se entrecruzan.
Llamando, llamando, llamando.
Llamando desde el radio portátil oculto en cualquier parte,
llamando al sueño con métodos ciertamente sofocantes, con artificios inútilmente reales,
con sentimientos cuidadosa y desesperadamente elegidos,
con argumentos despellejados por el acontecimiento que no se produce.
Palabras enchufadas con la corriente eléctrica del vacío, con el cable de alta tensión del delirio.
(Acertijos empañados por el aliento de ciertas frases, de ciertos discursos acerca del infinito.)
El sueño como escape de la soledad. Becerra toma aquí las herramientas vanguardistas de la tecnología, con las cuales se vale el héroe en su lucha contra el crimen. El radio portátil como el mecanismo que nos conecta con el mundo onírico. Llamando y llamando para tratar de hacer conexión con él: pero insomnio mantiene en corto circuito el contacto con el sueño. La anáfora del llamado, funciona además como el clímax de una escena cinematográfica. Esa insistencia que se cruza con la angustia de no recibir una contestación.
Y entretanto miras tu capa, contemplas tu traje y tu destreza cuidadosamente doblados sobre la silla,
hechos especialmente para ti, para cuando la luz de ese gran reflector pidiendo tu ayuda,
aparezca en el cielo nocturno, solicitando tu presencia salvadora en el sitio del amor o en el sitio del crimen.
Solicitando tu alimentación triunfante, tus aportaciones al progreso,
requiriendo tu rostro amaestrado por el esfuerzo de parecerse a alguien que acaso fuiste tú mismo…
Aparece la alteridad del solitario. La voluntad de amar es el traje del superhéroe que lo hace sentirse otro. Preparado para cuando aparezca la señal del amor y la mujer que necesitará de él. Pero el amar es a veces un riesgo. Por eso el poeta establece también el sitio del amor como el sitio del crimen. En la primera cita donde se busca conseguir este sentimiento, se acostumbra el uso de máscaras en sentido metafórico, uno de los dos corre el riesgo de dejar de ser aquello que fue en algún momento. Resulta irónico el verso <<tus aportaciones al progreso>>. Como las líneas de un humor negro.
Miras por la ventana y esperas
La noche enrojecida asciende por encima de los edificios traspasando su propio resplandor rojizo,
dejando atrás las calles y las ventanas todavía encendidas,
dejando atrás los rostros de las muchachas que te gustaron,
dejando atrás la música de un radio encendido en algún sitio y lo que sentías
cuando escuchabas la música de un radio encendido en algún sitio.
La espera impaciente y lo que dejarás atrás cuando termine la soledad de tu refugio. La ciudad que late afuera. Parece decirnos Becerra a manera de una prolepsis que traza la ruta cotidiana del héroe.
Pero no, todavía no,
nadie camina por el pasillo hacia tu puerta, nadie tropieza con
una silla dentro de ti,
y allí están doblados tu traje de héroe y tus sentimientos de héroe,
listos para cuando entres en acción.
¿Pero por qué no han encendido ese gran reflector?
¿Es sólo el ascenso de la noche lo que deja sus cascarones rotos en el aire?
¿Qué criatura de la oscuridad picotea para que el aire tome forma
de cascarón roto, de peldaño dejado atrás?
¿Qué es aquello que detiene de súbito tus paseos por la habitación mientras
te dices "Acaso deba esperar otro rato"?
Es constante en el poeta la imagen de la noche como una acróbata que asciende en los aires en la figura del hombre-murciélago. Y el cuarto vacío del alma donde no hay peldaños que indiquen el ascenso del amor. Sólo están los deseos del “otro” que se resiste a permanecer estático en la soledad. El “otro” que busca participar en la película en la que realizará el papel de enamorado. Posee el guión que debe actuar, el conocimiento de las escenas del rodaje, el vestuario, los diálogos y los gestos ensayados. Pero el grito de: ¡Luces, cámaras y acción!, no se oye, porque no hay nadie en la silla del director. Y mientras tanto el héroe de las soledades sigue aguardando.
Y vuelves a asomarte por la ventana.
¿Es el zumbido de un jet que cruza el cielo rayándolo fugazmente con sus pequeñas luces de navegación?
Y algo dentro de ti que tú crees que es la noche allá afuera,
cruje pisando cascarones rotos, peldaños donde el cuerpo de su andanza deja un hilo finísimo de baba o soliloquio.
La falsa alarma y la imagen del cielo como un océano donde cruza una luz que engaña al héroe. Becerra hace uso de una novedad en la aviación: el jet. Y la estela que deja a su paso como un barco en trayectoria, asemeja al actor de teatro cuyo soliloquio largo hace babear a más de uno entre el público, o al mismo personaje que imita. Afuera transcurre también la falsa noche que se aprecia a través de una ventana, donde el actor reflexiona en voz alta y a solas. Por lo que esta parte del poema de Becerra está más cerca del teatro que del cine.
Paseos alrededor de una silla donde está un extraño traje doblado,
monólogo alrededor de una silla donde está un simulacro en forma de traje doblado,
mientras el amanecer se deja llevar por su propia marea ascendente,
y por el ruido de las barredoras mecánicas y de los primeros camiones urbanos
que aparecen por las calles desiertas.
Finalmente el poema concluye con el ruido de la ciudad. La victoria del día sobre la noche. Las pocas horas en que el solitario pone fin a la soledad. El poeta dobla la noche como se dobla un traje oscuro, y la claridad aparece como una gran ola de mar. El ruido también asciende conforme avanza el día. El ruido que avanza como un camión urbano y con la ayuda de las barredoras que apagan el silencio. El solitario establece en esas horas un simulacro de su vida. Pues la que oculta comienza con la noche. Es entonces cuando se transforma en un superhéroe de cómic con el cual vence a su soledad.
Todas las culturas son de fronteras. Las mismas artes están en función de otras artes. Y hay un intercambio sin barreras y sin territorios que promueve la cultura y la comunicación. Dentro de esto: el arte como símbolo de expresión. Una sociedad sin el ejercicio de la crítica no es una sociedad sana. La poesía ha sido por mucho tiempo una precursora del arte moderno y de la objetividad. Sin embargo cuesta hacer conciencia de lo significativo del mensaje artístico. Las historietas, consideradas como un subgénero por el público intelectual, ofrecen aperturas de lenguajes, transcienden murallas y se niegan a formar parte de un territorio. De alguna manera en su acercamiento a la literatura, se enriquecieron al incorporar en sus diálogos e imágenes: preocupaciones sociales que parecían propicias únicamente para las artes. Sin embargo José Carlos Becerra no sólo va en la búsqueda de las técnicas y el lenguaje de las historietas, sino que además toma la imagen de un superhéroe y la incorpora en cualquier persona que habite la gran urbe. Y ya sabemos que ese hombre que ha emigrado a la ciudad por mejor vida, encuentra en la ciudad: males y endemias sociales que lo hacen sentirse solo entre la multitud. ¿Pero qué mueve a los pueblos con sus costumbres, lenguas y religiones, a salir del laberinto en el que se sienten perdidos? ¿Qué provoca en el ser humano tan sólo mirar por la ventana y esperar? ¿Qué los hace romper sus fronteras? La respuesta la conocemos: la búsqueda del otro.
BIBLIOGRAFÍA
García Canclini, Néstor, en Culturas híbridas, Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo, 1990.
Becerra, José Carlos, El otoño recorre las islas, México, Era, 1973.
Paz, Octavio, La otra voz,Barcelona, Seix-Barral, 1990.
NOTAS
[1] García
Canclini, Nestor. Culturas Híbridas, Estrategias para entrar y
salir de la Modernidad ,
México D.F., Grijalbo, 1989
[2] Todas las citas
poéticas de aquí en adelante pertenecen al libro de: José Carlos Becerra, “Batman”,
en El otoño recorre las islas,
México, Era, 1973, pp 173-178.
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