EL CINISMO EN EL PERSONAJE "MERLÍ"

La escuela cínica fue una forma de vida filosófica establecida en las afueras de Atenas del siglo IV A.C. El cínico (kínico) acostumbraba a enfrentarse a la sociedad de su entorno con autosuficiencia (autárkeia) (1), y con actitud irreverente (anaídeia) e indiferente (adiaphoría) (2), mostrando además en todo momento, absoluta franqueza (parresía) en sus opiniones. (3) Sus armas principales fueron la retórica, el sarcasmo y la ironía. Enseñaron que la virtud bastaba para alcanzar la felicidad, que la indiferencia hacia la belleza y las riquezas era una característica de la sabiduría, y que el hombre sabio era un ideal de conducta. Antístenes y Diógenes de Sinope fueron los más famosos practicantes de esta secta. Hoy en día, la imagen del cínico perdura aún como fenómeno urbano, no obstante, en su individualismo, aunque contestatario, el cínico contemporáneo es “un desencantado de todo, y no mantiene la actitud de desafío a las normas abiertamente”. (4) Merlí es un cínico clásico-contemporáneo. A partir de aquí, entonces, que sirva de introito este breve antecedente para que en adelante, situemos y demostremos que el personaje de Merlí en su función docente, practica una filosofía cínica en las aulas pero no tan abierta a la sociedad por lo mismo.
     Primeramente, hemos de señalar que el propósito educativo de Merlí se desarrolla en el nivel medio superior. La asignatura que imparte es filosofía y en cada capítulo de la serie, hemos visto que posee un conocimiento amplio de los saberes, de los pensadores, y desde luego, es conocedor de las escuelas filosóficas de la antigüedad y de la época moderna. Sin embargo, aquellos que se dedican al arte de la enseñanza y del aprendizaje, no desconocen que el docente, más allá del dominio de su disciplina, debe también convertirse en un formador. Capacidad cuestionadora y de indagación que debe desarrollar en las aulas para poder cumplir su actividad con una función verdaderamente social.        Al respecto:

El conocimiento académico en la formación debería ser la de proporcionar esquemas de interpretación, teorías y marcos conceptuales, no con objeto de ser reproducidos y utilizados instrumentalmente por el formador sino como esquemas para el análisis crítico de las creencias y preconcepciones de los destinatarios de su acción docente (5)

Merlí ejerce igualmente esta función con análisis crítico. Las situaciones escolares y familiares en las que se ven implicados sus alumnos, no terminan para Merlí después del timbre de salida. Pues Merlí, continuamente está preocupado por construir aprendizajes relevantes con sus alumnos, pero se esmera en que estas enseñanzas trasciendan además fuera del aula. Entre las cualidades que lo distinguen como formador, están su conocimiento disciplinar y pedagógico, sus habilidades comunicativas y deliberativas.

El conocimiento que tiene de sí mismo se aprecia en su madurez emocional, en su autoestima y personalidad. Ejemplifican estas características suyas, las intervenciones emotivas que tiene en las vidas de Iván, de Gerard y Joan. Iván es un adolescente inteligente que sufre de agorafobia, razón por la cual abandona la preparatoria en pleno curso y decide recluirse en casa. Sin embargo, Merlí con parresía y capacidad de argumentación, consigue sacarlo del alejamiento social. Empieza por reivindicarle la autoestima a su alumno, valorándole la capacidad y el esfuerzo realizados en la escuela. Le estimula a que busque la felicidad bastándose a sí mismo, tal como lo había venido llevando a cabo en el aula, hasta antes de renunciar a los estudios. Merlí le hace ver que la opinión y burla de sus compañeros no debiera ser excusa para destacar. Caso aparte es Gerad, un chico que ha puesto los ojos en Mónica, compañera de clase y de recién ingreso. Merlí trabaja con él las emociones, la sensibilidad, la emotividad y la contemplación. Pues asume que para el amor, la inteligencia emocional de este joven es mucho más resuelta que su inteligencia cognitiva. Por lo mismo, le obsequia una frase para que busque impresionar a la chica de la cual está enamorado. Merlí como buen cínico, se vale de la retórica para persuadir la atención de Gerard y éste a su vez obtiene el interés de Mónica. 
      Respecto a Joan, con él sus intervenciones transcienden el aula pues alcanzan la preocupación de los padres por el comportamiento del hijo en casa. Ellos quieren que éste se dedique al estudio del derecho tan pronto concluya la preparatoria. Desean que se forme como abogado en la universidad. Merlí fomenta en Joan la parresía como libertad de palabra y la anaideia como pérdida del pudor, ambas necesarias para hacerle entender a su padre que sólo él y no la familia, puede decidir su destino.
      Pero aunque este profesor, posee muchas cualidades y valores para desempeñar la tarea de un buen formador (pedagogía y didáctica, preocupación por los alumnos y su contexto, conocimiento de su disciplina y del contenido) (6), no obstante, el saber profundo que tiene de las cosas, son siempre guiados por el cinismo. Merlí incumple las normas establecidas del colegio donde imparte sus clases, y con desfachatez lo vemos ante los directores, asumir sus culpas y faltas sin la menor vergüenza. Sin embargo, cabe resaltar que la actitud filosófica de Merlí, tiene su asiento principalmente en el diálogo, y aunque fanfarronea a veces de adiaphoría, su mente y voz, deambulan siempre por la crítica a las instituciones, transcurren además sus pensamientos por el desafío subversivo contra el progreso y el consumismo, y por último, su retórica se vale del uso del sarcasmo para intentar transmutar a través de sus estudiantes, los valores de los sistemas ideológicos dominantes. En este sentido, Merlí como docente genera ambientes críticos.
     Resulta evidente entonces que, para conducir a sus alumnos, a la reflexión propia y hacia la formación del espíritu objetivo, Merlí toma siempre como modelos, las vidas ejemplares de sus filósofos preferidos como Platón, Sócrates, Schopenhauer, Foucault, Nietzsche, etc. Desea con firmeza que sus pupilos tomen pronto conciencia de la alienación en la que está inmersa la sociedad en la que viven. “La conquista de la libertad es el objetivo de esta sabiduría práctica” (7) que fomenta Merlí. Las funciones del docente que sobresalen en él, son la motivación, el liderazgo, la autorreflexión, la empatía, el trabajo cooperativo, la buena relación que mantiene con sus alumnos, y su preocupación por crear ambientes favorables en el aula. Con la didáctica que emplea consigue captar el interés de sus alumnos por aprender de su asignatura, y de paso bautiza a sus pupilos como los peripatéticos, porque al principio, sus enseñanzas y los aprendizajes transcurren en sonoras andanzas por el colegio.
     Resta por tocar una última cualidad cínica en Merlí: su autárkeia. Claramente esta figura filosófica, se presenta como la de un hombre que depende de su propio saber y virtud. Al principio de la serie, Merlí es un desempleado que le dice con convicción a su madre que él sólo piensa trabajar como docente. Deducimos por este indicio que su fortuna ha sido inconstante. Ya en el colegio, la mayoría de las opiniones que despertará en sus colegas sobre su labor didáctica, no le interesarán en lo más mínimo, porque para él la doxa es una norma institucional a la cual no le concede importancia. Merlí se guía por su propia razón y no por las de los demás. Al respecto, es un hombre tolerante que vive en la austeridad y en un ambiente de libertad, distante de las convenciones sociales. Merlí es divorciado, tiene un hijo que ha visto poco, pero cuando vive con él, lo aconseja, y lo ayuda a que acepte y proclame su homosexualidad reprimida.
       En conclusión, la filosofía cínica de Merlí nos parece bastante evidente, tomando sólo como ejemplo unas cuantas características que lo sitúan en esta secta filosófica: la autárkeia, anaídeia, adiaphoría y parresía. El perfil docente implica también como sabemos una filosofía de la educación. No obstante, el calificativo filosófico de cínico en Merlí, está lejos (más de dos siglos) del concepto de cinismo actual, entendido hoy como ese hombre falso y descarado, cuya característica principal se nota en su sonrisa permisiva e impúdica; sonrisa más de animal que ríe, que de animal que piensa.


1 Carlos García Gual, La secta del perro, Diógenes Laercio vidas de los filósofos cínicos (Madrid: Alianza, 1996), p. 33.
2 Ibid., p. 22.
3 Ibid., p. 25.
4 Ibid., p. 12.
5 Francisco Imbernón Muñoz, Diseño, desarrollo y evaluación de los procesos de formación (Madrid: Síntesis, 2016), pp. 13-14.
6 Ibid., p. 19.
7 García Gual, La secta del perro, Diógenes Laercio vidas de los filósofos cínicos, p. 61.

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