Octavio Paz o Asterión en su laberinto
Serán las próximas generaciones de jóvenes escritores y lectores quienes darán la importancia justa y esencial a la obra de El laberinto de la Soledad . Aquellas que vienen detrás. Serán ellos y no nosotros. Estos hombres del mañana, ubicados desde otro contexto histórico y social, a causa de las décadas que llevarán en sus libros, ajenos a los tiempos del autor de la obra y a sus detractores, desinteresados de los protagonismos de cantinas, de cafés, de universidades, de periódicos; distantes de ese sarampión de la humanidad con que Albert Einstein bautizó al nacionalismo, estos hombres serán los que hablarán de Paz como se habla hoy en día de Montaigne, de Unamuno, de don Alfonso Reyes. Los lectores contemporáneos al libro de Paz, lo acusaron de soberbia y tal vez de misantropía, acusaciones a todas luces hacia su persona. No tuvieron presente que un escritor no nos da lecciones de vida, sino de ideas y pensamientos. En Francia no se habla del otro Rimbaud que traficó con esclav