Efectos estilísticos del Barroco en Berenice de Edgar Allan Poe



La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche.
Vicente Huidobro

Antítesis
Sócrates en boca de Platón dijo que <<toda cosa nace de su contrario>>.[1] Esta reflexión en boca del narrador homodiegético, se desarrolla sucintamente en el inicio del cuento Berenice de Edgar Allan Poe: <<¿Cómo es que de la belleza he derivado un tipo de fealdad; de la alianza y la paz, un símil del dolor? [..] así en realidad, de la alegría nace la pena>>.[2] El personaje Egaeus nos relata de esta manera la sombra que por la luz de otra existencia ha ocupado su ser. De lo uno ha nacido lo otro. Sombra y luz son los principales opuestos alegóricos que radican en el aposento de este cuento.
Egaeus como la mayoría de los protagonistas de Poe, es un hombre melancólico, hipocondriaco,  cultivado en la lectura y poseedor de un patrimonio económico a causa de una nobilísima descendencia social: <<Nuestro linaje ha sido llamado raza de visionarios>>.[3] La vanidad en esta aseveración del personaje delata el semblante de su rostro y la exaltación fantástica en su carácter. No representa este aseverar una justificación a su angustia sino al del orgullo. Estimación que permanece desde la infancia por la herencia paterna del apellido. Pero Baudelaire dice que la angustia es despótica y en los cráneos vencidos iza su negra enseña. [4]

En Allan Poe como en Jorge Luis Borges, las bibliotecas personales aparecen con frecuencia de manera implícita o explícita. Considero que algún día será motivo de estudio este tópico. Algo más se dirá sobre lo ya conocido (desocupado lector), y se escribirán libros sobre los usos y costumbres de un hombre o mujer en su biblioteca personal. Contrario a lo esperado, las bibliotecas son lugares sombríos también por tradición, se crea en ellas una atmósfera de placidez donde el espíritu se regocija a través de los libros. Multitud de pensamientos pueden acumularse en la sola línea de una obra. Dentro del relato, es aquí donde mueren en Egaeus los últimos rayos de sol de su razón y es también la biblioteca, el escenario donde tendrá fin su ensoñación enfermiza. Lugar idóneo para que Egaeus entrara en las regiones de hadas, en los extraños dominios del pensamiento. Y ya fue un hombre recluido en la penumbra. No llamaré  locura a esta oscuridad interior y exterior porque el propio autor nos ha dicho en Eleonora que: <<Todavía no se ha resuelto la cuestión de si la locura es o no la forma más elevada de la inteligencia>>.[5]



Paralelismo
Como ocurre siempre, mientras la oscuridad se acerca lentamente la luz desaparece. Berenice personifica la luminosidad en la mansión trágica, encarna ese opuesto no sólo por ser mujer, sino también por poseer un carácter alegre y radiante, llena de vida y dinamismo. Para Egaeus, sombra del Ser, el enamoramiento hacia su prima es una súbita aparición resplandeciente donde conviven el deseo y el recuerdo:
Berenice y yo éramos primos y crecimos juntos en la heredad paterna. Pero crecimos de distinta manera; yo, enfermizo, envuelto en melancolía; ella ágil, graciosa, desbordante de fuerzas; suyos eran los paseos por la colina; míos, los estudios del claustro; yo, viviendo encerrado en mí mismo y entregado en cuerpo y alma a la intensa y penosa meditación; ella, vagando despreocupadamente por la vida, sin pensar en las sombras del camino o en la huida silenciosa de las horas de alas negras.

 William Blake dijo que el deseo reprimido, gradualmente se vuelve pasivo hasta convertirse en sólo sombra del deseo.[6] Al principio ocurrió con Egaeus lo dicho por el poeta, pero la sombra de este deseo como agua estancada cubrió de tinieblas los juicios claros del protagonista y cobró fuerza en su crisis intelectual, a medida que en Berenice se debilitaba el dinamismo físico que poseyera. Su andar infatigable se tornó en reposo absoluto a causa de la epilepsia y catalepsia: hermanas de la muerte. Y de nuevo los contrarios: esta primera enfermedad mantiene en agitación violenta al cuerpo, mientras la segunda, suspende las sensaciones y lo inmoviliza. La primera mantiene abierto los ojos en la infortunada y en la segunda los deja totalmente entornados.



Memento Mori
         “Lo cercano se aleja” es frase de Goethe refiriéndose al crepúsculo con sus sombras. Egaeus comienza a padecer la ceguera en su raciocinio y anhela que Berenice lo abandone poco a poco: <<El Destructor iba y venía>>.[7] Parece claro el sentido que toma la Muerte en Poe como sinónimo de Destructor. Sin embargo podíamos estar ante una insinuación del Hastío, especie de muerte en los arrobados espíritus, así lo interpreta Baudelaire:[8]
         Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
            jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
            de las hondas y solas planicies del Hastío,

            Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
            vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
            ¡y el sangriento aparato que en la Destrucción vive!




Alegoría
         Los párrafos siguientes del relato hasta la petición de matrimonio a Berenice por parte del narrador protagonista, darían sustento a esta hipótesis sobre el Tedio que ha afanado el alma y socavado el cuerpo del poseso Egaeus. Él se detiene en frecuentes abstracciones, meditaciones, contemplaciones, deducciones, intensidades de interés en cosas triviales, trastornos imaginativos e inconexos. Pero finalmente se abstrae por completo en una flor que retoza entre los labios de su prometida. Flor de la familia de las Liliáceas, con hojas erguidas, largas, en figura de espada como labios abiertos, de pétalos blancos con líneas rojizas. En el asfódelo está la alegoría a la obsesión dental. Las líneas rojizas y la blancura de los pétalos, son labios y dentadura de Berenice respectivamente. Egaeus es pues ese risco marino de difícil acceso en temperamento y personalidad; que ve interrumpido su Hastío por la lozanía de una belleza excelsa: <<Temblaba al contacto de la flor llamada asfódelo>>. [9] Poe no cesa de poetizar ni en sus más terribles pesadillas.

         <<Y la tarde cayó sobre mí, y vino la oscuridad, duró y se fue, y amaneció el nuevo día […]>>. El paso de un Cesar oscuro ha conquistado la razón del narrador. Y todo fue ya en él: recuerdos tenebrosos y ensoñaciones macabras. Y espectro y fantasma fueron para él los dientes de Berenice porque la luz se apagó con la muerte de ella y sólo quedaron sombras en la mansión. El narrador  sólo abandonará la biblioteca para acudir al llamado de la fatalidad. Así, el sepulcro de una mujer enterrada viva, es profanado impunemente y se consuma el horroroso desenlace que delata los hechos del protagonista. 


Mitologismo
         Una leyenda egipcia, nos dice que Berenice II era esposa de Ptolomeo III. La cabellera de esta reina fue divinizada por su belleza. Puesta como una constelación más en el cielo. En el cuento de Poe, el personaje principal coloca una dentadura en el sombrío universo de su razón. Desde luego, al excavar en la tumba de Berenice,  Egaeus no sólo extrae restos bucales sino también restos elegíacos y de creencias populares. La superstición humana afirma que cabelleras y dentaduras sobreviven a la muerte. Allí, en nuestro sepulcro nos acompañarán inmutables, durante siglos, como riéndose de la calva mortalidad.


[1] Platón, Diálogos socráticos, España, Océano, 1999, p.105. 
[2] Edgar Allan Poe, Cuentos 1, Trad. De Julio Cortázar, Madrid, Alianza, 2001. p. 294. Todas las citas posteriores se remiten a esta edición.
[3] Ibidem., p. 294.
[4] Charles Baudelaire, “Spleen” en Las flores del mal, Madrid, Alianza, 1982, p. 107.
[5] Id., p. 280. 
[6] William Blake, “El matrimonio del Cielo y el Infierno” en Antología bilingüe, Madrid, Alianza, 1987.
[7] Id., p. 296.
[8] Baudelaire, “La destrucción”, p. 163. 
[9] Allan Poe, “Berenice”, p. 298.

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