Lo dudo - (Manuel
Alejandro / Ana Magdalena) - 3:41 (Interpreta: Descartes)
Es indudable que la literatura tiene en Hamlet y La vida es sueño dos obras imperecederas que nos recuerdan que en el escepticismo se crean genios malignos, tan necesarios como los crédulos
de la fe. Sin embargo, en cuanto a creer o no creer, Shakespeare y Calderón de la Barca se
emparentan con los tópicos literarios de la vigilia (anda) y el sueño (ve): Hamlet y
Segismundo son por separados: heros ktistés de la duda existencial. Por fortuna, se opone a ello: la mujer. Tal
como viene contándose desde el génesis bíblico. Ofelia y Rosaura resultan ser: damas de convicción por Amor. Una termina loca y
la otra cuerda. Aunque podemos volver a la duda, si así es nuestro deseo, con
esa voz que canta desde Dinamarca: ¡Ser, o no ser, es la cuestión!...
Morir, dormir, dormir... ¡Soñar acaso! O con la que nos llega
de Polonia: ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la
vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que
toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. El “parecer” es tema de la duda (pero lo dudo). Tanto Rosaura como Hamlet deben cobrar venganza (anda y ve). El disfraz los hace pasar desapercibidos. Este ocultamiento a Rosaura le sirve para arribar a Polonia a través del travestismo
(parecer); vestida de hombre cabalga sobre un Hipogrifo
violento (volabas en caballo blanco el
mundo). Hamlet lo consigue por medio de la locura (parecer). Con estos disfraces los dos personajes consiguen cumplir el propósito de sus vidas. Sin lugar a dudas: sacar a la luz la verdad.
El amor acaba - (Manuel
Alejandro / María Alejandra) - 4:20 (Interpreta: Béroul)
Se dice que el mito europeo del amor comienza con Tristán e Isolda. Toman el filtro mágico por error y emerge la pasión del uno por el otro.
Se han enfermado de amor. Fue locura. Destino. Cántaro en la nube. El cuento nos dice que Tristán
por orden de su tío, rey de Cornulla, va a Irlanda en busca de Isolda
. Ella debe contraer nupcias
con el rey, tan pronto vuelvan a
Inglaterra. Pero de regreso del viaje, sin saber del efecto de la pócima,
Tristán e Isolda se ven en la necesidad de tomárselo, ignorando que la pareja
que lo probara, estaría destinada a amarse sin remedio. Así sucede y consuman su
amor. Con una treta consiguen los enamorados justificar la virginidad de Isolda
ante el rey en la mismísima noche de bodas. En cuanto al adulterio, éste
necesitaba una justificación ante la iglesia: la magia, el embrujo. Engañan al
monarca hasta que son delatados. Como castigo son condenados a morir en la
pasión de una hoguera. Mediante nuevas tretas, escapan y se esconden en el
bosque hasta que el efecto del filtro llega a su fin( hasta la belleza cansa). Sólo duraba tres años (el amor acaba). Ante la muerte del deseo,
ambos se ven en la necesidad de dar divorcio a ese aislamiento para recuperar
el honor que poseían. Lo consiguen y viven por separados el uno del otro
durante algún tiempo, hasta que un día la llama vuelve a encenderse. Pero no será
de nuevo en esta vida cuando vuelvan a amarse, sino en la muerte. Allí volverán a encontrarse, más
allá de las grietas del tiempo y del alma.
Voy a llenarte toda -
(Manuel Alejandro / María Alejandra) - 5:25 Interpreta: Javier Marías.

Los fantasmas son voyeristas como los recuerdos (
sólo para amarte necesito la vida). Nos condenan
al alojarse en nosotros. Habitan nuestras intenciones y deseos. Pero de vez en
cuando tienen visitaciones como la de Víctor Francés en casa de Marta Téllez. Aprenden
entonces de nuestros actos íntimos y engaños. Víctor es un escritor fantasma por
el trabajo que desempeña. Un día conoce a Marta en una reunión de cóctel. Días después
toman café, posteriormente, ante la ausencia del marido, sucede la
cena en casa de la propia Marta. No estuvo mal: solomillo irlandés y vino Cháteau
Malartic. Aquella noche, el niño de Marta se había negado a dormirse pronto. Cuando
cede al sueño, la madre lo deja en la cuna de su cuarto y entonces los amantes entran
a la alcoba, donde ya un espejo voyerista los espera (
Descálzate y camina sin miedo hasta mis brazos). De igual modo, en
Londres duerme el padre en un cuarto de hotel. Dos ausentes que en el deseo de
los amantes, no dejan de ser apariciones en sus pensamientos. Pero la penumbra había empezado el rito sensual de desvestirse uno al otro, con la ayuda maquinal de unas
manos que saben tantear un cuerpo (
voy a
llenarte toda, toda). Un cuerpo que enseguida se siente morir
sin razón ni medida. Pero ya, por culpa de las cortinas del libro o del cuarto,
tu corazón estará diez veces más ligero
que tu cara voyeurista. Acuérdate de ello.
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